jueves, 21 de abril de 2011

Abrimos la puerta al asombro…

…Pasen Ustedes.
Aquí dentro es una casa de espejos y lo único que se refleja es el niño interior, el que siempre vive a pesar de la edad y la seriedad (falsa) del mundo adulto.

En el Asombratorium solo hay lugar para el encuentro. La búsqueda, la razón, el discurso no existen aquí. Solo es el acto vivo y real por medio de la íntima y divertida relación entre el alma, los sentidos y la mano que construyen y transforman.

El Asombratorium nace de tres diversos encuentros y experiencias que se entrelazan para crear y construir un espacio dedicado a despertar y a descubrir la esencia:

Mi primera experiencia cuando conocí a Bruno Munari me marcó, era invierno en Milán. Desde temprano llegué puntualmente a mi primera clase de diseño, éramos una docena de estudiantes con frío y espectación. Se abrió una puerta y entró Bruno, nos miró y con una sonrisa nos dijo "En esta escuela no hay sillas, su primer proyecto, si algún día quieren sentarse, es diseñar y construir su propia silla." Nos indicó donde había materiales y herramientas y a partir de entonces entré en un taller de diseño que vivo a diario. Ese tiempo rindió frutos y de la silla, a la mesa; y de la mano al papel, del color a la forma y de la letra al libro siempre al encuentro desde lo natural, lo sencillo y lo elegante. Una naranja me abrió el campo y una malla naranja me abrió la luz. Lo más importante fue descubrir que los lápices están llenos de asombro y maravilla. 
Jaime Lubin 
El encuentro con los niños es inagotable, ahí está anidada la esperanza que se renueva y brota en cada descubrimiento y en la eterna capacidad de asombro. Mi encuentro con Bruno Munari es muy reciente, y fueron los niños quienes me llevaron a él. Me doy cuenta que compartimos el entusiasmo de cuidar y conservar el niño en nosotros y en los otros. 
Cony Martín del Campo Zuloaga 
Recién llegada a un bosque desconocido –llamado escuela de diseño– con la canastita llena de formas y colores, me encuentro con quien por primera vez me presenta a Bruno Munari y me indica el camino que años después a través de Italia, la palabra y el libro me llevará a revelar el misterio de un hombre que nunca conocí pero cuyo espíritu me hablaba de cosas que descubro que en el fondo yo ya sabía. En mi reencuentro con Bruno me doy cuenta que se puede colgar al adulto en el perchero y salir luciendo la niña sonriente que siempre soy. Al mismo tiempo descubro que observar, inventar y jugar con la forma son la esencia del taller de diseño, que siempre está comenzando. 
 Adriana Camarena 

Educar es mucho más que una vocación, es una devoción que se expresa en el respeto, deja crecer, no impone, orienta, transforma.

En este espacio los invitamos a publicar, comentar, proponer e inquirir y se suma al nuevo espacio que comienza esta primavera… más información en una próxima publicación.

Asombratorium Munari

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